Abolengo

miércoles

Esta melodia suena conocida.
Hoy se dió cuenta lo difícil que las palabras salían de su boca pero aún asi recordó cuando la tía rosita le enseñó a leer y escribir.
Se dió cuenta que ya dominaba el fino arte de olvidar en solo un dia.
Se volvió tan rencorosa que de a poco su ceño se fruncia no tan solo de rabia, sino que al reir o llorar.
Entendió que se habia transformado en una ermitaña, pero que le gustaba serlo.
Sin lecciones ni ecuaciones descubrió que cuando su lengua se enroscaba de importencia, mas cargaba el lápiz y cada frase parecia tildada y hasta casi gritada.
Su puño nunca fue como apéndice al intenstino.
Quitó todo vicio disfrazado de soledad. Le bastaba oír su respiración y los ruidos de una mala digestión para sentirse acompañada.
Devota de la armónica, instrumento sin mas técnica que la de los tiempos muertos y una pisca de abandono.
Pero por sobre todo se volvió fria y desconfiada, una desifradora del silencio en compañia, una mujer que va desde las penas a las carcajadas, sin ningún trámite.

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